All / Todos
Nuestro cerebro tiene una forma bastante rudimentaria de categorizar al resto de humanos como “amigos” o “enemigos”. Lo malo es que en función del saco en el que caigas, el filtro por el que se te va a percibir cambia de forma radical. De hecho, nuestro cerebro utiliza dos mecanismos de la corteza prácticamente opuestos para procesar a unos o a otros. Por ejemplo, cuando una persona es etiquetada como “amiga”, la forma que tenemos de procesar y percibir lo que hace esa persona no se distingue demasiado de cómo nos procesaríamos a nosotros mismos.
La comunicación es el eje vertebrador de la actividad en el grupo, y, además, la primera fuente de ineficacias. En este post voy a tratar de describir diferentes estrategias para identificar los problemas de comunicación, ya que no siempre son evidentes y, a veces, nos damos cuenta de que existen cuando es demasiado tarde. Debemos tener una cosa clara: las personas pocas veces escogemos hablar con claridad sobre las tensiones causadas por la comunicación. Este camino requiere un esfuerzo de generosidad que exige un grado de compromiso y confianza que no siempre están presentes.
Parece que nos encontramos en un momento en el que es más atractivo levantar muros que derribarlos. No vivimostiempos fáciles para la cooperación. Los enemigos invisibles se multiplican, las redes sociales provocan un aislamiento enburbujas que amplifican nuestros sesgos de confirmación, los medios de comunicación nos sirven una suerte depropaganda escondida de información que resulta ser víctima subyugada de intereses y agendas ocultas… No, no vivimostiempos fáciles para la cooperación.
Últimamente hay una tendencia bastante extendida y perpetuada por medios de influencia que fundamentalmente vende, y esta palabra es importante, la idea de lo necesario que es recordarse que hay que ser buena persona. Concretamente me sorprendió un artículo sobre la importancia de ser agradecidos. Que vaya por delante que siempre acostumbro a estar de acuerdo con este tipo de mensajes, vengan de donde vengan e independientemente de si estoy en mayor o menor sintonía con la forma de entregar esos contenidos (o con sus autores). Al final no deja de ser un tipo de activismo, tomar un posicionamiento a favor de la integración entre humanos en sus entornos de trabajo y, a mi parecer, eso siempre es estar en el lado de los buenos.
No, no me he vuelto loco (aún) ni me he puesto ahora a escribir sobre política o sociedad, no es un terreno sobre lo que me vea capacitado (y además probablemente ya haya demasiadas personas opinando en la red sobre eso). A lo que me vengo a referir es que el voto, como herramienta de resolución de un conflicto en un grupo o equipo, nunca debería de ser la primera opción, más bien la última, y si se pudiera evitar a toda costa, mejor, ya que requiere, para que este sea verdaderamente democrático, que haya un contexto que garantice su valor. Vamos a reflexionar un poco sobre ello.
Esta semana fui a hacer una intervención en grupos a un equipo en el que me di cuenta que entre ellos había muchas interpretaciones de lo que eran. Me explico. Un grupo es una construcción, una fantasía, ¿qué es un grupo? Un grupo es todo lo que nosotros creamos que es. Es decir, un grupo es una especie de entidad invisible e indivisible y sin forma, a la que yo le vamos dotando de atributos y características, pero un grupo no es nada más que eso, una historia, un relato.