Publicado originalmente el 9 de Abril de 2021
Suelo hablar poco de mi investigación fuera de un círculo reducido de la Universidad, más que nada siento que a veces me es complicado extraer aspectos que puedan parecer interesantes o, con relación a mi blog, que puedan tener lugar aquí. No obstante, sería ingenuo obviar que es esta misma la que ocupa el mayor porcentaje de mi tiempo productivo y una buena parte de mis preocupaciones, y que, por ello, está inevitablemente omnipresente en mi punto de vista.
Además, a pesar de que personalmente me sigue pareciendo incomprensible y un error, la ciencia, especialmente en la academia, en su mayor parte se organiza sobre cruzadas solitarias. Embarcarte en una investigación es una cruzada solitaria, pero es que lo siguiente que viene no suele ser muy diferente. Quizás por ello, y otras cosas de la vida, una pandemia… los últimos meses me han llevado a centrarme en mi propia cruzada y dejar un poco de lado mi rol de divulgador.
Pero volvamos a mi área de interés. A muy grandes rasgos, mi investigación, que está en su mayor parte en proceso de revisión y publicación, trata sobre las diferencias que existen en las señales de determinadas áreas del cerebro que se encargan del procesamiento de ciertos mecanismos de ajuste necesarios para la cooperación, como la conformidad. Básicamente busca diferencias en función de si alguien toma la determinación de estar más a favor de la cooperación o, por el contrario, si alguien decide hacerlo menos. En este sentido hemos descubierto que existen diferencias asociadas a diferentes áreas del cerebro que, nos vendrían a decir, que cooperar requiere un esfuerzo cognitivo extra, y que por lo tanto requiere de un mayor grado de motivación. Es muy interesante recordar lo relacionados que están los mecanismos de recompensa con el esfuerzo, porque una persona tenderá a cooperar siempre que ese intercambio considera que le resulte favorable, y aquí, en el grado de tolerancia del incremento del esfuerzo y la devaluación de la recompensa, es donde entran las diferencias individuales. En otras palabras, hay personas con una disposición mayor a la conformidad por sus condiciones personales, psicológicas, culturales… del mismo modo que existen personas que operan de la forma contraria. De este y otros resultados que se extraen de mis datos me quedo con la idea de la importancia de subrayar el valor de la cooperación y lo significativo que es el propósito para poder continuar con el esfuerzo que requiere cooperar. Dicho de otra forma, parece que es papel clave del liderazgo insistir en el valor intrínseco de la meta y remarcar la recompensa asociada a la cooperación de forma constante para que esta siga ocurriendo. En la medida en la que el liderazgo de un grupo falle en mantener esta motivación, las personas comienzan a devaluar la oportunidad de la recompensa al enfocarse más en el esfuerzo.
Esta cuestión no es baladí. Si el líder de un grupo es identificado a través de la calidad de las intervenciones (Jones & Kelly, 2007; Jiang et al., 2015) y no la cantidad, es importante entender cuáles son las intervenciones de calidad que alguien que quiera liderar tiene que hacer para promover un entorno de máxima cooperación.
Otro de los aspectos que me interesan es lo que se denomina sincronía inter-cerebral, entre dos o más personas (IBS o inter-brain synchrony). Esta es una medida de conexión que se está desarrollando y la estamos entendiendo cada vez más, aunque aún falta muchísimo por descifrar. De forma muy simplificada, podría decirse que la IBS trata de descifrar desde una fuente de señal proveniente de la neuroimagen (en mi caso la electroencefalografía, aunque hay estudios en fNIRS, fMRI, MEG…) la manera en la que dos personas generan ráfagas de activación neuronal rítmicamente sincrónicas y coherentes a diferentes frecuencias o tipos de onda cerebrales (theta, alpha, beta, gamma…). Para poder obtener estos parámetros nos valemos de diferentes cálculos matemáticos que transforman una información en otra para poder ejecutar cálculos estadísticos que nos permitan hacer interpretaciones. Esta medida ha demostrado ser un marcador general muy importante de interacción social (Yun, Watanabe & Shimojo, 2012) y curiosamente aumenta cuando las personas requieren de una mayor interconexión al no estar en el mismo lugar físico (Sinha et al., 2016), lo que demostraría la utilidad evolutiva del mecanismo. No obstante, también parece ser una fuente muy interesante para otro tipo de marcadores más concretos. Por poner un ejemplo, recientemente en un experimento muy interesante un grupo de investigadores de la Universidad de Nueva York (Reinero, Dikker & Van Bavel, 2021) describieron que este tipo de medida inter-cerebral era un predictor más fiable de la productividad cerebral que cualquier otro cuestionario o medida autoadministrada (como pueden ser escalas, tests… que clásicamente se usan para estas mediciones). En cierta forma este tipo de medidas nos permiten imaginar un enorme abanico de aplicaciones interesantes para equipos y organizaciones que vendrán, seguro que vendrán, en el futuro.
Por ponerme a imaginar… me imagino una situación en la que en equipo tenemos que decidir conjuntamente nuestras líneas estratégicas y un dispositivo, a lo mejor nuestro reloj, nos dice que estamos muy poco sincronizados. La acción reacción sería inmediata, nos pondríamos todos a conectar entre nosotros hasta llegar a un rango suficiente para poder cooperar. Me imagino que sería un marcador que nos animaría al momento a conectar. Qué necesario sería que ese indicador hiciera explícitas nuestras carencias de conexión ¿O no? Supongo que depende de a quién le preguntes. Comprendo que haya quien se sienta muy confortable en la desconexión…
En definitiva, se trata de sólo una idea, un divagar, aunque es innegable que todos los aportes y técnicas que se extraen de la investigación de las conductas e interacciones sociales son un caldo de cultivo interesantísimo para imaginar dispositivos y aplicaciones y nuestro mundo del futuro en general.
Aún así, para mí lo más importante es que todos estos avances van a relacionarse con una idea del liderazgo que promueve entornos de máxima idoneidad para la cooperación. ¿Habremos aprendido, por fin, que nuestra especie está diseñada para cooperar? A veces cuesta creerlo. Sea como fuere, desde mi punto de vista, recordarlo y trabajar por ello es una necesidad social urgente. A fin de cuentas, la tecnología, la ciencia, el arte, la cultura… nos tienen que volver a inspirar ideas de mundos mejores. Para mí un mundo mejor, y más después del último año, pasa por buscar maneras donde maximizar la conexión en un mundo en el que cada vez es más fácil caer en cruzadas solitarias.
Los datos de incrementos de las enfermedades mentales del último año son una absoluta aberración por la que tenemos que trabajar al unísono. Seamos buenos líderes sociales, remarquemos la recompensa del esfuerzo por cooperar, busquemos conectarnos y sincronizarnos para que, sobre todo, que en las siguientes cruzadas que nos quede por emprender vayamos seguros y, a ser posible, en buena compañía.
La imagen de portada es una composición escultórica en bronce de Max Klein (1879) “Herkules mit dem Nemeïschen Löwen” (trad. Hércules y el León de Nemea), Alte Nationalgallerie, Berlin (Alemania).
Referencias bibliográficas:
Jones, E. E., & Kelly, J. R. (2007). Contributions to a group discussion and perceptions of leadership: Does quantity always count more than quality?. Group Dynamics: Theory, Research, and Practice, 11(1), 15.
Jiang, J., Chen, C., Dai, B., Shi, G., Ding, G., Liu, L., & Lu, C. (2015). Leader emergence through interpersonal neural synchronization. Proceedings of the National Academy of Sciences, 112(14), 4274-4279.
Reinero, D. A., Dikker, S., & Van Bavel, J. J. (2021). Inter-brain synchrony in teams predicts collective performance. Social cognitive and affective neuroscience, 16(1-2), 43-57.
Sinha, N., Maszczyk, T., Wanxuan, Z., Tan, J., & Dauwels, J. (2016, October). EEG hyperscanning study of inter-brain synchrony during cooperative and competitive interaction. In 2016 IEEE International Conference on Systems, Man, and Cybernetics (SMC) (pp. 004813-004818). IEEE.
Yun, K., Watanabe, K., & Shimojo, S. (2012). Interpersonal body and neural synchronization as a marker of implicit social interaction. Scientific reports, 2(1), 1-8.