¿Queda algún refugio para la paz? Leo las noticias y la polarización constante, he de reconocer, me da mucho miedo. Es abrumador la normalidad con la que se acepta la guerra como una opción estándar. Se me escapa a mis posibilidades aportar nada desde ahí, ojalá pudiera. Por eso he pensado que lo que siento que quiero decir me lo puedo llevar a un terreno más confortable para mi. ¿Cuál sería el mejor marco mental si alguien quisiera gestionar un conflicto?
En primer lugar, creo que es importante entender que nadie puede hacer cambiar a otra persona. Cuando las personas cambian es porque llegan por sí solas a un entendimiento o una comprensión que les provoca una revaloración de su comportamiento. Esto no es inducido, nunca, esto es un proceso de toma de conciencia al que alguien llega, o no, en función de unas condiciones personales determinadas. Dicho de otra forma, cuando tratamos de cambiar a otra persona estamos implícitamente induciendo que hay algo de malo en ella, y, este argumento, sólo puede llegar a provocar respuestas defensivas. Por otro lado, cuando hacemos un esfuerzo por entender, reconocemos que la otra persona no tiene ningún problema mental y que, por qué no, tiene sus razones para comportarse como lo hace debido a la forma en la que está percibiendo el mundo. Es decir, establecemos una línea base de que no hay nada malo, ni nada que arreglar en ella. Importante.
El marco mental ideal para alguien que facilita un conflicto es que este tiene que ser un intento de alineamiento de interpretaciones y realidades que, en un momento determinado y por las razones que sean, se encuentran divergentes.
Las opiniones son únicamente un constructo que representa la punta del iceberg de un conjunto de creencias, experiencias, preocupaciones y valores que han sido elaborados desde una visión absolutamente parcial. Aunque puedan tener sentido para ti, jamás deberías considerar que parten de ninguna evidencia más allá de tu visión parcial y sesgada.
Por otro lado, la culpa es otra de las armas arrojadizas que anclan una discusión en resentimientos no resueltos. De alguna forma, la culpa mira al pasado de forma acumulativa. Es algo así como sacar la libreta de las cuentas para ver quién ha pagado el qué.
Vamos a explicarlo con una metáfora que creo que puede servir aquí. Supongamos que aquí tenemos dos icebergs y una línea que marca el océano. por supuesto la parte que queda por encima de la línea de flotación, la consideramos la parte visible, y, de la misma forma, todo lo que queda por debajo de esa línea, sería la parte oculta. fíjate que en la parte visible tendríamos nuestros deseos, sugerencias, opiniones y están aquí porque, desafortunadamente, también acostumbran a ser la parte visible en un conflicto. Las personas cuando entran a defender sus posturas acostumbran a hacerlo desde estos argumentos. “Deja de ser tan estirado” “eres una persona muy difícil” “deberías calmarte” y un largo etcétera de frases constituyen ejemplos del lenguaje arrojadizo que se utiliza cuando nos manifestamos desde los deseos, sugerencias u opiniones. Cabe recordar que esos argumentos son fruto de un conjunto de referencia que atiende a diferentes necesidades, valores, experiencias, creencias, preocupaciones, miedos, intenciones, sentimientos, y un largo etcétera de características personales que dan origen a aquello que se manifiesta en la parte visible.
Pero vamos más allá, cuando utilizamos la frase “es que eso que dices es irracional” o algo similar, se nos olvida que la racionalidad está precisamente originada en ese conjunto no visible, que cada persona tiene su racionalidad y que, por lo tanto, ambas, en sus realidades, podrían justificar que están siendo racionales y, que, curiosamente, ambas podrían estar en posición de llamarse irracionales la una a la otra. El problema principal es que es ese conjunto no visible el que está desalineado. Pero no es visible, y ahí está el problema. Por eso, es importante entender que, normalmente, el área visible es el terreno de las discusiones mientras que el área oculta es lo que realmente se encuentra divergente entre posiciones, pero también donde existe la posibilidad de llegar a un entendimiento promoviendo la mutua comprensión.
Por lo tanto, uno de los primeros aprendizajes importantes en la gestión de conflictos es que la convergencia no llega desde las opiniones, deseos o sugerencias, sino del resto de características personales. Pero podemos ir más allá, porque de todas ellas, probablemente la característica personal no visible que más puede llegar a conectar a las personas son las necesidades. Esto ocurre porque cuando tenemos la información suficiente para adaptarnos y acercarnos es cuando comprendemos las necesidades de quien tenemos delante.
Por lo tanto, moraleja, creo deberíamos dejar de juzgar la conducta ajena en favor de comprender cuáles son las necesidades a las que responden. Explorar la parte oculta que representan las diferentes perspectivas, todas ellas racionales desde su punto de referencia, es el primer paso para llegar a tener relaciones más armónicas entre las personas.