[ES] ¿La gente me desorienta?

Cuando tomamos decisiones hay diferentes factores que juegan un papel activo. La primera asociación que se nos podría ocurrir sería la relación entre el esfuerzo y la potencial recompensa vinculada a ese esfuerzo. No obstante, también hay otra serie de factores que podrían entrar en juego como las emociones, el potencial riesgo u otro tipo de información que pueda sesgar este proceso. En cualquier caso, la toma de decisiones consta de una serie de procesos de acumulación y análisis de piezas de información de diferente índole sobre las cuáles las personas acabamos por ejecutar una respuesta de entre varias alternativas.
Captura del juego O.A.D.

Publicado originalmente el 3 de Marzo de 2020

Cuando tomamos decisiones hay diferentes factores que juegan un papel activo. La primera asociación que se nos podría ocurrir sería la relación entre el esfuerzo y la potencial recompensa vinculada a ese esfuerzo. No obstante, también hay otra serie de factores que podrían entrar en juego como las emociones, el potencial riesgo u otro tipo de información que pueda sesgar este proceso. En cualquier caso, la toma de decisiones consta de una serie de procesos de acumulación y análisis de piezas de información de diferente índole sobre las cuáles las personas acabamos por ejecutar una respuesta de entre varias alternativas.

Las tareas que están involucradas en la toma de decisiones son múltiples y su interacción muy enrevesada. Cada vez hay más evidencia que nos dice que el procesamiento de la toma de decisiones concierne no sólo a una estructura sino a la interacción de multitud de áreas del lóbulo frontal, el lóbulo límbico y los núcleos subcorticales, aquellos que quedan por debajo de la corteza, la zona de procesamiento más instintivo, menos elaborado.

Tomar decisiones implica medir y evaluar un gran número de datos. Las variables son tantas que es difícil realizar una explicación simple del funcionamiento de todas estas estructuras. No obstante, cada vez conocemos mejor cómo decidimos. Hay diferentes aprendizajes que podríamos usar.

La investigación nos dice que la emoción juega un papel muy específico en la toma de decisiones. Hay diferentes áreas responsables de la monitorización de las emociones, las muestras y las de los demás, y su impacto es crítico porque implica una regulación del comportamiento social. En otras palabras, uno de los sesgos más importantes de nuestras decisiones viene influenciado por los demás. Además, esta regulación que realizamos por presión social tiene un efecto importante en nuestro sistema de recompensa. De hecho, si tuviéramos que definir el sesgo que más influencia tiene sobre nuestra mera razón económica (entendiendo como económica la opción que racionalmente más nos conviene a nuestros intereses y a nuestra propia lógica individual) a la hora de tomar decisiones, es la fuerza que los otros nos ejercen en la desviación o disminución de la importancia de nuestros intereses a la hora de evaluar alternativas. Sí, hablando desde un punto de vista meramente categórico e instrumental, lo social nos desorienta sobre nuestros intereses. 

Freud decía que lo social nos llevaba a reducir nuestro intelecto, y en parte, aunque desde una visión algo negativa, en este sentido no le faltaba razón. No obstante, si los humanos solamente atendiéramos a nuestros propios intereses individuales probablemente ya nos habríamos extinguido hace tiempo.

Si solamente tomamos en cuenta los factores esfuerzo y recompensa potencial, si creo que mi esfuerzo va a conllevar reconocimiento social, mi asunción del tamaño de la recompensa será mucho mayor. La influencia social en la toma decisiones va mucho más allá que la mera distorsión.

Contrariamente a lo que nos dicen los modelos económicos, como la teoría de juegos, nuestra toma de decisiones esta más influenciada por valores como la ecuanimidad y reciprocidad, que por el egoísmo y la estrategia. Es decir, cada vez tenemos más evidencia que nos dice que a pesar de que el cerebro pueda convertirse en una máquina de depredación y dominancia cuando sitúa a sus propios intereses por encima del de los demás, hay una importantísima maquinaria mental que nos orienta también hacia la colaboración.

En otras palabras, el hecho de que la interacción social satisfactoria genere mayor activación del sistema de recompensa nos inclina a pensar que nuestro cerebro se siente mejor con la cooperación que con la competición.

Muchas de las conclusiones que se sostienen a través de la investigación nos dicen que la toma de decisiones es mucho más grupal que individual. Esto implica que tengamos que apartarnos de modelos clásicos de elección racional. De hecho, parece que los factores de naturaleza estrictamente irracional tienen muchísimo más peso que la elección lógica o esperada. A pesar de que nuestros procesos internos puedan ser el resultado de computaciones más o menos racionales, las personas no somos ordenadores ni calculadoras que sólo sirven a la operación y a ofrecer el resultado más óptimo a la orden que se les ejecute. En realidad, estamos más afectados por el contexto social de lo que podría parecer.

Otra de las conclusiones a las que podríamos llegar a través de estos aprendizajes, es la clarificación de las intenciones y las expectativas como factor de peso. El equipo debe entender que la transparencia es una conducta activa de clarificar intenciones y expectativas que es necesario incorporar de manera cultural e identitaria.

Un liderazgo que promueva de forma constante el posicionamiento y la revelación de sus miembros sobre las tomas de decisiones en marcha va a generar un mayor alineamiento y, por tanto, una mejor utilización de los recursos intelectuales del equipo al servicio del equipo.

Reflexionar sobre los sentimientos y pensamiento en las tomas de decisiones incrementa el autoconocimiento y la conciencia del propio grupo, puesto que expone la monitorización de las reacciones y respuestas de las personas en el cambio. Además, considerar los valores sociales justos reducirá resistencia a alternativas valiosas.

En pocas palabras, una aproximación cultural donde se prime la transparencia y la resolución cooperativa va a promover entornos donde se genere una mayor satisfacción compartida. Esto provoca que las personas utilicen de forma más explícita y presente sus recursos intelectuales a favor de la toma de decisiones.

Este domingo estuve en la exposición Gameplay del CCCB en Barcelona, sobre la cultura del videojuego, y a pesar de que no sea un gran jugón me sentí bastante inspirado por un mapa en el cuál se dibujaban las diferentes alternativas sobre las cuáles el personaje de un videojuego parecía tomar decisiones y sobre las cuáles el usuario iba finalmente a vivir las consecuencias. El caso es que lo curioso de ese mapa es que al final el árbol de decisiones tenía pequeños loops y circuitos cerrados que, a pesar de que producían la ilusión de decisión, en realidad escondía bajo ella una narrativa prefijada donde al final acababas viviendo lo que los autores tenían predeterminado. Por lo tanto, bajo un contexto de falsa autonomía puedes acabar pensando que lo que has vivido en ese videojuego te representa porque todo indica a que has sido tú quien ha provocado esta historia. Los comisarios de la exposición, muy hábilmente pusieron al lado de este mapa un párrafo que hablaba sobre el peligro de este tipo de contextos en los que las personas parece que tenemos el control sobre nuestras decisiones pero que en realidad seguimos una guía prefijada, y lo relacionaba con el peligroso instrumento de control ideológico en el que se puede convertir.

Captura del juego O.A.D.

Sea como fuere, lo que está claro es que, a pesar de que no vivimos dentro de un videojuego, está claro que habitualmente podemos estar dentro de un mapa de decisiones que ha sido prefijado y diseñado por otros. Nos puede ocurrir en una tienda de ropa o un supermercado, donde se ha manipulado nuestro poder de raciocinio sobre el consumo a través de la disposición concreta de los productos. Esto, además, sin entrar en nuestra experiencia digital. Reflexionemos entonces hasta qué punto nuestra autonomía no está involucrada en la manipulación prefijada de nuestra supuesta libertad de decisión.

Por lo tanto, si en ocasiones podemos sin saberlo estar siendo los usuarios de una narrativa previamente construida o, al menos, sufrir cierta manipulación inconsciente sobre nuestras decisiones, vuelvo a la pregunta del inicio ¿los demás me desorientan? o acaso ¿los demás me proporcionan puntos de vista que puedo incorporar a mi toma de decisiones para poder decidir en mayor autonomía? Queda pues aquí esta invitación al pensamiento.

Reflexionando sobre esto me he acordado de un pasaje de Franz Kafka de su obra Carta al Padre que dice “Todas tus medidas pedagógicas han dado en el blanco; no he esquivado ni un solo golpe; tal y como soy, soy el resultado (aparte, claro, de mi constitución y las influencias de la vida) de tu educación y de mi obediencia”.

Las imágenes escogidas son parte del videojuego de código abierto 0 A.D. <https://play0ad.com> extraídos desde su página web (Licencia Creative Commons)