Publicado originalmente el 28 de Diciembre de 2018
Como hemos tratado en anteriores artículos, conocer el cerebro nos ha ayudado a entender cuáles son los estados mentales que favorecen y ayudan a las personas de un equipo a construir entornos favorables para el desarrollo del talento y la productividad.
¿Cuáles son algunos de estos estados mentales del cerebro?
Por un lado, se entiende que la ausencia de miedo es un facilitador de la recompensa y la satisfacción, en contrapunto a entornos donde se usa el miedo como mecanismo de influencia, creando una cierta inseguridad e incertidumbre. Por otro lado tenemos la dopamina, que es un impulsor de la motivación y el autodesarrollo, ambos precursores de la aceptación de retos y del placer que proporción la consecución de los mismos.
En medio de ambos mecanismos facilitadores estaría la confianza, a través de la acción de la hormona oxitocina que como ya explicamos en nuestro articulo “Los neurotransmisores en el cerebro” facilita la motivación, mejora el estado anímico y reduce las señales de miedo.
Aunque existen personas que puedan considerar esta explicación como determinista o reduccionista, lo cierto es que la ciencia ha demostrado que nuestra conducta es un reflejo de un estado químico específico en el que se encuentra el cerebro. Un ejemplo muy conocido es la relación entre la ausencia de serotonina con la presencia de sintomatología depresiva. Cuando nuestro cerebro es incapaz, por las razones que sean, de generar un químico específico, acabará seguro por reflejarlo en la conducta, ya que esta no deja de ser más que la parte expuesta, visible, de nuestros procesos de pensamiento.
En cualquier caso, es evidente que las condiciones preexistentes van a tener un efecto, en mayor o menor grado, en el rendimiento de las personas que forman parte en un equipo.
En mi opinión, una buena definición de liderazgo debe incluir los conceptos de influir y facilitar. Gary Yukl (2010) se acerca a esa definición; señalando que es un proceso de influencia para que otros entiendan y acuerden lo que tengan que hacer y cómo hacerlo, aunque creo que reduce la responsabilidad del liderazgo a un conjunto de actuaciones individuales y no habla de un proceso de sincronización entre individuos.
Centrándonos en la cuestión, podríamos decir que el liderazgo es el conjunto de esfuerzos de influencia y facilitación que provienen de los miembros de un grupo orientado a buscar la sincronía de los esfuerzos colectivos y la consecución de los objetivos compartidos. Deberíamos entender pues, que hay una serie de cosas que uno puede hacer en un grupo para facilitar que existan unas condiciones que favorezcan un estado mental colectivo más propicio al rendimiento, la satisfacción y la disminución del miedo.
Aquí es donde puede jugar un papel de utilidad la psicología y, en particular, el neuroliderazgo, al describir y auditar conductas que puedan tener un efecto de facilitación de influencia para generar entornos más naturales y optimizados para el desarrollo de la motivación y la confianza.
Vamos a tratar de identificar fuerzas de influencia o conductas que puedan tener un efecto, por un lado, en el aumento de la motivación y, por el otro, en la disminución de la amenaza o el miedo:
Disminución de la amenaza o el miedo
Para que un equipo se mantenga en un nivel de motivación adecuado, es importante que exista una cierta alineación o compatibilidad entre las influencias sociales (las relaciones, el liderazgo, la cultura…) y las influencias intraindividuales (necesidades, motivadores, emociones y afecto…). Dicho de otra forma, en la manera en la que una persona es capaz de percibir de forma similar la realidad tanto a nivel compartido con el resto de los miembros de su equipo, como a nivel intrapersonal será capaz de automotivarse y motivarse con los demás.
Las cosas que ocurren en un grupo y cómo se perciben vienen acompañados de un conjunto de sesgos personales, y por eso no siempre coinciden mis interpretaciones con la de los demás. En la medida en la que estas percepciones coincidan existirá un mayor nivel de sincronía. Es un esfuerzo de liderazgo tratar de facilitar y gestionar la diversidad de percepciones en el grupo para que coincidan al máximo posible, para que se sincronicen.
La motivación compartida, el contagio de la energía y la voluntad de rendir, ocurre sólo si se da un mismo nivel de intensidad y responde a una necesidad compartida de alcanzar unos objetivos comunes, que forman parte del interés colectivo.
Disminución de la amenaza o el miedo
Que un equipo destierre el miedo significa que éste se ha convertido en un entorno de seguridad psicológica. Los primeros psicólogos sociales como Festinger o Homans ya identificaron que un grupo para que funcione de forma sostenible tiene que aspirar a convertirse en un entorno de certidumbre. Por ejemplo, si me siento seguro no tengo miedo a cometer errores, a hablar con libertad, a preguntar, a proponer. Probablemente este es un factor indispensable no tan sólo en un entorno laboral sino en un entorno donde se propicie el aprendizaje, como en un aula de estudio.
Para que crear un entorno de seguridad se requiere que normas que faciliten la confianza mutua, se cuide la autoestima y se promueva la aceptación y la tolerancia en la diversidad a cualquier nivel (perceptivo, cognitivo, moral…).
En conclusión, la ausencia de miedo entendida como seguridad psicológica y la motivación alineada, son los elementos que van a tener un mayor impacto en la satisfacción de los miembros de un grupo.
Este post se publicó originalmente en el blog de mis amigos de Tools4Success <https://tools4success.es/blog/>
La foto es de un grabado llamado “Battle of the Naked Men” de Antonio Pollaiuolo (ca. 1470–90) disponible en el Metropolitan Museum of Art, New York.